Friday, August 21, 2009

La historia de EL pantalón

Pues he decidido no seguir contando mis vacaciones en orden cronológico y mejor contar lo más súper importante. Enjoy.

Como en todo viaje a Estados Unidos que se respete, hubo un día enterito dedicado a ir de "chopping, weeee". Hubo una pequeña riña en la familia, por un lado estábamos los ahorradores (y conscientes) que preferíamos ir a un outlet bara-bara y por el otro estaban las primas esnobs que llevaban sus miles de tarjetas y compraban harto y querían ir a un "mal, weee" grotescamente caro.

Bueno, yo les gané la batalla y fuimos a un outlet.

Me compré un buen de playeras cotorras, ropa Aguercrombie bien rete cara y bien rete equis, arrasé con H&M y me compré EL pantalón.

¿Qué? ¿Qué quieren escuchar la historia de EL pantalón? 'Ta bien.

Mi hermana se había metido a una tienda de esas llenas de cosas de Hannah Montana y los Jonas Brothers, artefactos rosas de plástico inservibles y maquillaje de sabores con un grado altísimo de toxicidad. Yo no la iba a esperar, no estoy tan menso. Le dije que me daría una vuelta y que regresaría por ella. Empecé a caminar en un pasillo interminable de tiendas chafas, suddenly, lo vi, vulgarmente enorme, el lugar me invitaba a pasar y despilfarrar los pocos dólares que llevaba en ropa relajadísima.

No me pude aguantar y entré... me encontraba en Saks Fifth Avenue OFF 5th, era feliz.

Inmediatamente me fui a la parte de rebajas rebajadas rebajadas y los vi, ese pantalón me empezó a llamar. Corrí hacia pantalón. No mamar era de mi talla. Veo la etiqueta.

NO MAMAR.

El precio original era de 286 dolarucos, DOSCIENTOS OCHENTA Y SEIS. Después había muchísimas etiquetas hasta llegar a la gloriosa cantidad de 60 dólares, SESENTA.

Era la oportunidad de mi vida, inmediatamente corrí hacia el probador más cercano, dammit estaba cerrado, corro a otro: CERRADO. No había ni un probador abierto en la fucking tienda.

Obvio no podía dejar el pantalón nomás porque la pichurrienta tienda no tenía ni un probador.

Me dirigí a la caja. Un gringuillo me atiende.

Cajero gringuillo simpaticón: Hola

Yo: Hola

Cajero gringuillo simpaticon: Oye, no había un letrero de rebajas donde agarraste tu pantalón.

Los dioses hablaron, era mi oportunidad.

Yo: Eh… ¿un letrero? Ah sí, ya me acordé, del 50%.

Cajero gringuillo simpaticón: Ah, es que ese letrero ya no debía de estar, pero no te preocupes, todavía te puedo hacer el descuento. Son 34 dolares.

Mis ojos se iluminaron. Momento Kodak.

Tomé la bolsa y las manos me temblaban de la emoción, salí corriendo de la tienda pues NO había ningún letrero.

Mi hermana me había estado esperando afuera de donde la boté por más de 25 minutos, cuando me vio me empezó a reclamar. Yo nada más le enseñé la etiqueta con el precio original y el ticket que tenía el precio que pagué.

Ese día yo fui el ídolo de todos.


 


 


 


 

Bueno, no.

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