Voy a Explotar
(Gerardo Naranjo, 2008)
Dos adolescentes dizque incomprendidos, dizque rebeldes, dizque diferentes, dizque enamorados, la azotea de la casa de uno de ellos, una pistola, la caricatura de un diputado con tintes de cacique y un final trágico y que se ve venir son los ingredientes de la trama de la dispareja tercera película de Gerardo Naranjo, Voy a Explotar.
Maru (Maria Deschamps) y Román (Juan Pablo Hernández) son dos adolescentes problema de provincia, él llega a la escuela de ella y se enamoran. Juntos deciden escaparse de su mundo y refugiarse en la azotea de él, quien es hijo de un político panista (Daniel Giménez Cacho, increíble) (queda más que explicito que el padre es panista), es allí donde ellos crearan su mundo, tratando de alejarse del exterior. Un día deciden salir de su mundo y aventurarse en el exterior, donde tendrán que enfrentarse a una cadena de eventos trágicos.
La película es magnifica durante la primera hora, un humor corrosivo que se agradece, personajes exagerados, situaciones inverosímiles, todo aderezado con una propuesta diferente y muy creativa. Justo cuando empieza la segunda hora, la propuesta se desgasta, nos damos cuenta de que los personajes son planos, de que no tienen ni la menor motivación para su falsa rebeldía, la película cae en lugares comunes y empieza a convertirse en un aburrido y predecible ejercicio.
La mamoneria y la gran pretensión de Naranjo se ve impregnada en cada cuadro de la película, en lugar de irse por una propuesta sencilla y efectiva, trata de sorprendernos con su dizque visión de auteur y deja que la historia tropiece de manera extraordinaria.
Como en la obra de Bresson, los actores son inexpresivos, carecen de cualquier intensidad dramática y justo cuando la película demanda un poco de emoción de parte de los actores, la escena se convierte en un espectáculo con abundante sangre falsa, un insoportable griterío, una escena grotesca y sin propósito alguno más que de dizque sorprendernos. Tuve un increíble problema con el final, una especie de cierre moralista, la lección barata que el director quería darle al espectador sale sobrando.
Explorar la adolescencia se ha convertido, en años recientes, en una constante del cine mexicano; Gerardo Naranjo sacando la mamonería, pretensión y rebeldía "de mentiritas", Fernando Eimbcke lo ha hecho de una manera intimista, minimalista y simplemente poética, Fernando Sariñana ha abordado la comedia adolescente de una manera burda, idiota y vacía, Marisa Sistach y el dramón familiar crudo, violento y realista, Rodrigo Plá logra meter un poco de critica social en sus historias, mostrando experiencias que cambian la vida de sus personajes, a ellos se une un gran numero de realizadores, tanto en el genero del documental como en ficción. Esta cara de nuestro cine ha resultado una de las más prolíficas, el adolescente ha dotado al cine mexicano de hoy con una gran riqueza, de tan variadas maneras de ver una misma figura. Sí, el cine mexicano actual le debe mucho a la figura rebelde, inmadura, mamona e impulsiva del adolescente.
Definitivamente lo mejor de la película es el increíble soundtrack, que pueden bajar gratis aquí (legalmente, of course), anda, vale muchísimo la pena.
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